martes, 6 de octubre de 2009
El venerado cráneo de José Miguel Carrera
La famosa calavera se veneró por espacio de 131 años en la casa religiosa. Adelaida Leiva Rojas, la dueña del sitio donde aún en 1960 se levantaba la vieja capilla, afirmaba que su abuelo Toribio Rojas había traído el venerado despojo desde Mendoza, cuestión que reconfirmaba Adela Ramos Díaz de Valdés, tataranieta de doña Javiera Carrera.
La idea de doña Javiera era esperar la ocasión propicia para darle piadosa y digna sepultura una vez que volviera a Chile, pero la gente de la zona escondió la calavera, porque fue creciendo la creencia que era milagrosa y que era motivo de bien entre la gente campesina , a tal punto que en las antiguas fiestas de San Francisco de El Monte, una de las jornadas consistía en peregrinar a la capilla.
En 1964 se calculaba que su data era superior a 100 años. A la altura de la frente mostraba una rotura horizontal del tipo punzante penetrante de unos 3,5 centímetros de largo por 1,2 de ancho.
Investigando para un libro de mi autoría llamado “El Monte, 5 siglos en la tierra de los Carrera, que espero publicar como un aporte local hacia el Bicentenario, he podido averiguar que se le rindió culto hasta 1963, año en que una caravana de automóviles viajó desde Santiago con el propósito de llevarse la calavera, cuestión que se hizo tras una breve ceremonia. El cráneo fue sacado en urna de vidrio envuelta en un terciopelo morado y transportada a la capital. Su destino, según afirma una crónica, era el Museo Histórico Nacional.
A partir de entonces, poco o nada se supo de la calavera, pero lo que sí era evidente, es que se arrancó del alma de la gente una tradición tan arraigada como el espíritu patriótico de la familia Carrera.
Cuarenta y seis años después, la calavera vuelve a hacer noticia, cuando se intenta recuperar dichos restos ahora en manos de descendientes de la señora Carrera, misión que encabeza la gobernadora de Talagante Alejandra Vásquez, afán al que debemos brindar nuestro apoyo. Sea o no sea del prócer, dicha calavera fue y debe ser parte de la memoria y del alma colectiva de los chilenos y en particular de los montinos que, orgullosos, sienten que una parte del nacimiento del Chile independiente les pertenece.
jueves, 1 de octubre de 2009
San Pedro de Melipilla...7 vidas de campo
A la llegada de los españoles la población nativa se encontraba dispersa por quebradas y valles, en zonas donde tuvieran acceso a al agua, tanto para beber como para regar pequeños cultivos. Vivian al abrigo de ranchos o bajo árboles de pletórico follaje. Se dedicaban a la agricultura, a la recolección de alimentos y a la caza para subsistir.
Ya bastante adelantado el siglo XIX, en 1867, Francisco Solano Astaburuaga describe a la capital comunal de hoy como San Pedro de Bucalemo y apunta que una “Aldea del departamento de Rancagua, con caserío mediocre, iglesia parroquial, estafeta, dos escuelas gratuitas i 600 habitantes. Yace en los 33º 57’ latitud y 0º 40’ longitud O., a unos 70 quilómetros hacia el N.O. de la cuidad de Rancagua i 30 a 35 al N. de Peumo, entre los últimos declives occidentales de la sierra de Alhué, que se enlazan con la serranía aproximada al pacifico. Es de contornos cerriles i descampados literalmente. Por la inmediación del norte corre el riachuelo de Yali, que termina en la laguna i salinas de Bucalemo sobre la misma.”
Municipalidad de Loica
La municipalidad de Loica fue creada el 22 de diciembre de 1891, junto con otras cientos noventa y cuatro a lo largo del país. Esta aparece correlativamente en el numero 81 y su territorio comprendería las subdelegaciones 12 y 13 del departamento de Melipilla.
Fue en marzo de 1894 que se llevan a cabo las primeras elecciones municipales destinadas a elegir a los tres alcaldes y los seis regidores que conformarían el municipio. El resultado de la elección fue el siguiente: Francisco Santa Cruz, 109 votos; Enrique Bosso, 107, Jenaro Prado, 100 sufragios: Santos Segundo González, 97; Celestino Silva, Joaquín de la Sierra y Natalio Mesa, 80 votos; Joaquín Correa, 76; Senen de la Jara Quemada, Braulio Bustos y Lindor Álvarez, 73 sufragios, mientras que Fernando Briceño y Tadeo Maldonado Sumaron 71 Votos.
La sesión de instalación se efectuó el 27 de mayo de 1894 y no estuvo exenta de polémica. Las arduas disputas entre conservadores y liberales, cuando aún estaba fresco el recuerdo de la cruenta guerra civil de 1981 que termino con el suicidio del presidente José Manuel Balmaceda, se trasladaban hasta los gobiernos comunales. Es en este contexto que en la casa del hacendado Joaquín de la sierra, conservador, situada en el fundo Santa Rosa, se escenifica este momento histórico para el municipio Loicano.
Como queda de manifiesto, el nuevo municipio no tenía morada en Loica, que era la cabecera de la comuna, sino que debió sesionar en sus primeros tiempos en las casas patronales del fundo Santa Rosa Lo Sierra.
No fue un simple decreto el que cambio la cabecera de la comuna de Loica a San Pedro. En realidad, son una serie de hechos circunstanciales los que van a intervenir. En primer lugar, la naciente municipalidad no contaba con un local fijo donde sesionar. De hecho, la sesión inaugural, como ya dijimos, se llevo a cabo en las casas del hacendado de Santa Rosa, Joaquín de la Sierra. Luego, debe arrendarse un recinto en Loica a Francisco Undurraga, quien solicita que se desocupe la propiedad en mayo de 1903, razón por la cual el alcalde Nicasio Saavedra queda encargado de buscar un nuevo local. En consecuencia, por razones de arriendo el nuevo local se asienta en San Pedro aunque el segundo alcalde Roberto Santa Cruz advierte que la situación es ilegal, haciendo, por consiguiente, una indicación para que las oficinas municipales nuevamente se trasladen a Loica. La moción es aprobada y el propio Santa Cruz queda encargado de localizar una casa para su funcionamiento, lo cual quedo trunco con una nueva determinación de los municipales que la dejan sin efecto y deciden permanecer en San Pedro, en una casa que se arrienda a José Senén de la Jara Quemada.
Un año más tarde, en 1904, la idea de que la municipalidad permanezca en San pedro se asienta con fuerza, ya que se acuerda formar una comisión para comprar un terreno en la plaza del pueblo, en ese entonces propiedad del banco Santiago. Se concuerda gastar en la compra del sitio y la construcción del edificio la suma de 2000 pesos.
Pese a estar ya durante tres años en San Pedro, el tema de permanencia de la municipalidad en dicho lugar no estaba del todo establecido, solo el 6 de mayo de 1906 la situación se aborda con mayor rigor, argumentando los partidarios de que se mantuviera en San Pedro la presencia también en este lugar de las oficinas del registro civil, del correo y de la parroquia. Recordemos que en esos años no existía la separación Iglesia-Estado. Es entonces cuando se encarga al tercer alcalde Manuel Julio Farias “que se ponga al habla con don Federico Hermosilla para efecto de comprarle un terreno en San Pedro, donde se edificarán las oficinas municipales”.
Comprando el sitio, se inició la edificación de la primera casa consistorial, que se inauguró el 18 de septiembre de 1907, junto con la elaboración del aniversario patrio. Como el hito ameritaba una gran recepción, los municipales encabezados por el alcalde Guillermo González acuerdan gastar 250 pesos para agasajar con un almuerzo a los invitados para tan solemne ocasión. De esta manera, la municipalidad se radicó en San Pedro, aunque siguió llamándose Loica por las siguientes dos décadas.
Parroquias e iglesias
En 1744 el vecino Santiago Núñez regalo cincuenta cuadras de tierras en el lugar llamado San Pedro. Fue allí que el dinámico párroco Bernardo Carreño edificó lo que seria el segundo templo de esta extensa jurisdicción. Carreño había llegado el 31 de julio de 1730 a ocupar, en carácter de interino, el curato, que a esas alturas había variado su nombre al de San Pedro de Chocalán, cargo que asumió como titular en el 15 de octubre de 1732. “Al doctor Carreño se debió la construcción de la iglesia de San Pedro de Chocalán”, dice la relación de meritos y servicios de este sacerdote fechada en Madrid en febrero de 1753.
Bernardo Carreño era un hombre familiar para la zona y su paso lo refrenda también la fundación de la villa San Jerónimo de la Sierra, hoy conocida como villa Alhué, hasta donde llegaba este cura en los primeros años del naciente pueblo. Pero su relación venia de mucho antes, ya que en su condición de cura en los primeros años de párroco del curato concurría hasta el mineral de El Asiento. De hecho, Carreño participa directamente en el reconocimiento del lugar mas apropiado para elegir la villa de Alhué en enero de 1753, junto al corregidor Ignacio Baeza. Bernardo Carreño y Cisternas falleció el 28 de mayo de 1755.
El 2 de abril de 1857 un fuerte temblor azoto la zona a las 06:30 de la mañana, dejando a la iglesia de San Pedro en estado ruinoso, según lo consigna el subdelegado Pedro José López al gobernador del departamento de Rancagua, señalando que “esta completamente ruinosa, no ha quedado teja ninguna, las paredes enteramente desplomadas, con grietas de una cuarta de ancho. En una palabra no podrá ya componerse y será preciso abandonarla y edificar otra”
El cura José Ignacio Saavedra Construyo las nuevas edificaciones para la iglesia y casa parroquial a partir de 1858 la que traslado a un lugar distante doce cuadras de la iglesia antigua. El nuevo templo fue bendecido por el párroco Delfín Turriaga en 1879. El cura Federico Hermosilla efectuó algunos trabajos de reparación, los que debieron intensificarse tras el terremoto de 1906. Esta tarea le cupo al párroco de más larga estadía como tal, en total, treinta y cinco años, tiempo más que suficiente para no pasar desapercibido.
Extracto de la obra San Pedro de Melipilla...7 vidas de campos, inédita, de Hernán Bustos Valdivia.
jueves, 16 de julio de 2009
¡Aún tenemos fútbol, ciudadanos!
Hoy pienso que el gran invento del Hombre es ese deporte originado del calcio florentino del siglo XVI, perfeccionado y propagado por los ingleses bajo el nombre de foot-ball en el siglo XIX.
Para comprobarlo en el siglo XXI no tuve que tomar palco en el Bernabeu, la Bombonera, el Maracaná o el Old Trafford. Hoy el teatro de mis sueños fue el modesto estadio municipal de Melipilla, con su no más de un millar de privilegiados espectadores.
Tampoco necesité que los actores fueran Pelé, Maradona, Cristiano Ronaldo o Messi, que se transformaron en millonarios y famosos gracias al don que la naturaleza les dio. Hoy los actores fueron los Contreras, los Rojas y los Orellana que, es muy probable, tengan a la necesidad como invitada habitual a la mesa familiar.
Tampoco tuve que ver un partido de la Premier League, la Champion League o de una final de Copa del Mundo. Me bastó con un partido de la Primera B del modestísimo balompié chileno, uno más entre tantos, que si el fútbol fuera justo debería tener este lance en sus páginas más gloriosas.
No necesité estar en el Monumental o en el Nacional entre las llamadas barras bravas para observar la transformación del respetable en un público soez que sólo siente que hay justicia cuando un árbitro falla a favor de su equipo. Para explicar esa transformación no necesité ser psicólogo, ni sociólogo para explicar cómo una masa abstraída en una derrota dolorosa y humillante, termina celebrando un triunfo inesperado. ¿Cómo un deporte puede en pocos segundos hacer conocer la alegría más intensa y la tristeza más profunda?
Tampoco necesité ver a la U contra Colo Colo, Boca contra River o Barcelona contra Real Madrid. Me bastó con ver a Deportes Melipilla contra Osorno, para refrendar mi creencia: el fútbol es uno de los grandes inventos de la Humanidad.
Durante 18 años he reporteado fútbol para Radio Cooperativa. Pero pocas veces, en vivo y en directo o por televisión, me tocó informar sobre un partido gigante como el Melipilla contra Osorno, en que estos últimos ganaban 3 a 0 a los 70 minutos, pero lo terminaron perdiendo 4 a 3 a los 97´. Era cierto aquello de potros contra toros, toros contra potros que, apodos que semánticamente son la fuerza y la entereza.
Pero cómo les explico cuando el editor me pide que haga un breve despacho de un minuto y medio, dos, a los más, para sintetizar una suma de pequeños pero trascendentes acontecimientos. Cómo explicarle a mi colega que los hechos se sucedían uno tras otro, porque los gladiadores no se daban tregua en los pastos del Roberto Bravo Santibáñez, mientras un árbitro y sus asistentes confundidos cometían una falla tras otra, involuntarias, cierto, pero intencional para el hincha. Tanto yerro hubo que los jueces debían compensar con otro error y hasta con descuentos inexistentes, siete minutos según el cronómetro de Hermosilla, que dejó sin sanción un penal que provocó un contragolpe y un gol en el arco contrario. A minuto siguiente otro penal, pero inexistente, a favor del equipo que se sentía perjudicado antes. Ese 0 a 3 pasó a ser 1 a 3, el impulso primigenio para que el perdedor comenzara a remontar implacablemente el marcador en un lapso de 24 minutos, a un promedio de un gol cada 6 minutos.
Cómo explicar el accionar de ese hombre mostrando una y otra vez la cartulina amarilla y que fue necesario e innecesario mostrar cuatro tarjetas rojas, una de ellas al jugador que, exultante, se despojó de su camiseta para festejar el séptimo gol de ese vibrante partido, quizás el más importante de su vida, el que podrá relatarle una y otra vez a sus nietos.
Cómo explicar a la gentil audiencia y a usted, amigo lector o amiga lectora, aquello de que se han visto muertos cargando adobes, para decirle que lo imposible también es posible. Y que, en contraste, en la confianza está el peligro.
jueves, 9 de julio de 2009
El partido más importante de Deportes Melipilla
Por eso, frente a esta amenaza, los responsables de la institución debieran ser más proactivos, partiendo por situarse en el peor de los escenarios y no pecar de exceso de confianza. En la primera apelación pensaron que les iban a restar, cuando más, dos puntos, pero la Segunda Sala mantuvo el descuento de seis que le aplicó el Tribunal de Disciplina.
Sabiendo que en Chile en términos jurídicos existe un fuerte apego a la letra y a la forma, lo más probable es que la Segunda Sala dictamine nuevamente en contra de Melipilla y lo condene a perder la categoría. Por eso es que Melipilla se enfrenta al partido más decisivo de su historia
Frente a este dantesco escenario - si se permite el término-, ¿qué haría yo si fuera dirigente o representante del club?
Primero, trabajaría sobre un discurso o un mensaje que sensibilice a la opinión pública, a los presidentes de clubes, al Tribunal, influenciadores, decisores y líderes de opinión y les manifestaría la preocupación de que la única ciudad de la región que no pertenece al Área Metropolitana se expone a quedarse sin fútbol profesional por razones extradeportivas.
Contactaría desde ya a presidentes de clubes para que se pongan de lado de Melipilla, porque ningún equipo está libre de vivir los mismos padecimientos, y aseguraría que al momento de votar sean fieles con su compromiso de apoyar a Melipilla. Los dirigentes melipillanos dan por hecho que sus colegas, al menos en su mayoría, los van a apoyar y harán las rectificaciones a las bases para impedir que este castigo tan desmesurado se concrete. ¿Será tan cierto? ¿Borrarán los mismos dirigentes con el codo lo que refrendaron con la mano? ¿No será un pésimo precedente que no se aplique un castigo que los propios clubes habían estipulado?
Desde la cancha también se debe hablar. El plantel debe proponerse como objetivo ganar el Clausura y luego ganar en la definición con el campeón del Apertura para subir a la división de honor. Así, sería impresentable que el campeón de Segunda juegue en Tercera cuando en realidad debería jugar en Primera.
Cierto es que todos queremos que Melipilla siga teniendo fútbol profesional, pero frente al dilema que está viviendo esta institución no basta con pensar que los demás clubes están sensibilizados con su situación. Tal como en un partido de fútbol que se planifica, hay que ir a la ofensiva y no esperar un golpe de suerte.
Lamentablemente, que Melipilla tenga o no fútbol profesional ya no depende sólo de su gente, de sus dirigentes o sus autoridades.
jueves, 2 de julio de 2009
Región del Maipo: casa con jardín y vista al mar
Periodista
Hernanbustosv@gmail.com
Como estaba cumpliendo labores periodísticas para Radio Cooperativa, me acerqué a él para indagar más antecedentes y le consulté qué pasos había dado para promover la iniciativa que tan fervorosamente pregonaba. La respuesta no me dejó satisfecho pues tenía más bien aires de eslogan. No pasaba de ser una buena intención y una atractiva frase.
Al día siguiente me comuniqué con el entonces subsecretario de Desarrollo Regional, Francisco Vidal, quien me señaló que sólo había recibido propuestas formales desde Valdivia (Región de los Ríos), pero que nunca había escuchado hablar siquiera de una región en la cuenca del Maipo, aunque se manifestó dispuesto a analizarla.
El tema se diluyó, pero hace poco vino un impulso de parte de algunos ediles, como Fernando Pérez, de Melipilla, y David Morales de Isla de Maipo, que en cierta medida ya dieron un paso adelante, conjuntamente con El Monte, con su Asociación de Municipios del Valle del Maipo, un ejemplo de asociatividad entre comunas con intereses y potenciales similares, que podría ser un preámbulo, pues la idea de la región es bien vista por la mayoría de los municipios de las provincias del Maipo, Talagante, Melipilla, Cardenal Caro, Cachapoal y San Antonio. No está demás recordar que en los años 80`, en la ciudad de San Antonio se inició un fuerte clamor para desprenderse de Valparaíso. Incluso hubo paralizaciones pues se sentía el muelle trasero de la capital regional.
Es cierto que también hay ciertas reticencias, principalmente por el alto costo que tendría implementarla, pero en el Maipo son más los beneficios, partiendo por un factor de identidad cultural y territorial dado principalmente por sus características paisajísticas y sus elementos comunes, con realidades urbanas y semiurbanas que distan fuertemente de la gran urbe. Decidir los recursos y la inversión regional debe ser un anhelo, incluso, creo que mitigaría la expansión de la ciudad hacia los mejores terrenos agrícolas del país. Provincias como el Maipo, Melipilla y Talagante son hoy en día una especie de jardín para la gran casa que es la urbe de Santiago, pero la urbe crece sin compasión sobre ese jardín.
Sin embargo, para que la Región del Maipo pueda ser, es fundamental crear una comisión ejecutiva que se aboque a hacer un estudio serio y a la vez iniciar una amplia difusión entre la comunidad, mostrando, con cifras concretas y análisis profundos, las ventajas que tendría para el ciudadano común. Hecho este trabajo, entonces debe venir la propuesta formal para que tengamos una casa que respete su jardín y con vista al mar ¿Qué le parece?
martes, 23 de junio de 2009
HERNÁN BUSTOS VALDIVIA, UN INVESTIGADOR APASIONADO POR LA CULTURA
APASIONADO POR LA CULTURA Hernán Bustos Valdivia nació en Melipilla el 28 de febrero de 1964. Tal vez fuera su infancia en San Pedro la inspiradora de su trabajo como investigador de las tradiciones y costumbres de la zona. Siempre ligado a las comunicaciones y a la cultura, este investigador y periodista (titulado con distinción máxima y nombrado el mejor alumno de Cátedra de Radio por la Archi), fue jefe de la Casa de la Cultura de Alhué, fundador de grupos culturales en Peñaflor; es corresponsal de prensa y deportes para Radio Cooperativa y representante regional de la Fundación de Comunicaciones, Capacitación y Cultura del Agro. Ha sido creador, productor y conductor de varios programas radiales. y es además corresponsal del diario Las Ultimas Noticias. ¿Por qué o en qué circunstancias decidió venir a vivir a Peñaflor? Antes de los 18 años, una vez que egresé de la enseñanza media, decidí emigrar de mi casa e irme a vivir solo a Santiago. Así estuve por más de siete años, viviendo en distintos lugares, incluido un año en Europa. En esas circunstancias llegué a Peñaflor, aquí carretié, como dicen los jóvenes, durante un tiempo, y conocí a mi actual señora en 1988. Desde entonces me radiqué en Peñaflor. Actualmente tengo 45 años.
Para las últimas elecciones municipales usted fue uno de los 34 candidatos a concejal por nuestra comuna, ¿a qué se debe este interés por la política, cómo es que éste nace? Las personas tenemos que contribuir activamente al desarrollo de la comuna. En lo personal me interesaba apoyar y desarrollar algunos aspectos como la cultura y el deporte y, por otra parte, levantar la voz por la gente frente a diversos abusos que se producen a diario.
¿Qué le dice a usted la tan alta cantidad de candidatos a concejal por la comuna que hubo? Me imagino que en cada persona existe la idea de que puede contribuir al desarrollo de la comuna. También hubo más listas y, por ende, más candidatos. En cada uno anida el sueño legítimo de ser electo.
¿Estaría usted dispuesto a lanzarse como candidato en las próximas elecciones municipales? No, nunca más. Es una experiencia difícil y creo que la política no es mi fuerte. No vivo en función de la política ni de la política.
¿Cómo fue su trabajo de investigación para escribir los libros acerca de nuestra comuna y provincia? Evidentemente es un trabajo intenso, que requiere mucho tiempo de dedicación. El tiempo de investigación o recopilación, según sea el caso, puede prolongarse desde unos 6 meses hasta dos años. Mi primer libro, El Valle de las 7 Puertas, me tomó 18 meses de trabajo.
De acuerdo a sus investigaciones, ¿en qué fecha se fundó Peñaflor?, ¿tiene esta fecha alguna relación con la "Semana Peñaflorina"? Peñaflor comenzó a surgir como aldea o pueblo hacia mediados del siglo XIX. Era un lugar de bellísimos paisajes, de tal manera que algunos vecinos adinerados de Santiago decidieron construir sus residencias de descanso en esta localidad, sus quintas. Como pueblo surgió espontáneamente. Luego comenzó a poblarse y el 22 de diciembre de 1891 se creó la comuna. La Semana Peñaflorina data de los años ’30 o ´40 del siglo XX. A comienzos del siglo XX las familias pudientes que veraneaban en Peñaflor organizaban carnavales de flores, corsos de flores, e incluso carreras de autos entre Santiago y Peñaflor. Peñaflor en sí era una fiesta. También los comerciantes del Trapiche organizaban las “Noches Venecianas” y la industria Bata realizaba sus propios carnavales, con carros alegóricos y alianzas formadas por sus propios trabajadores
¿Cómo ve la vida en Peñaflor en estos tiempos? Peñaflor pasa por una etapa de transición, aspira a convertirse en una urbe.
Con el conocimiento que usted maneja del pasado de nuestra comuna más lo que ve en la actualidad, ¿cuál es nuestra identidad como comuna, cómo es su gente y qué futuro ve usted en Peñaflor? A medida que pasa el tiempo se va perdiendo la identidad, se ha diluido la fama de pueblo balneario, el Trapiche, la sicología batina. Veo a muy poca gente haciendo un esfuerzo por rescatar algo de esa identidad, no existe ese sentido de pertenencia de antaño, no percibo esfuerzos por caracterizar y diferenciar a Peñaflor de las otras comunas, no veo apoyo a la gente que hace cultura. Respecto del futuro no veo propuestas de comuna, ni veo un interés por impulsar un desarrollo planificado. Todo se gesta en el día a día, tampoco hay una mirada de largo plazo. Nadie piensa en el Peñaflor del 30 años más. ¿Ve usted alguna posibilidad de rescatar esta real identidad peñaflorina?, ¿de qué forma? Yo creo que se podrían rescatar algunos elementos y para eso hay que hacer un esfuerzo colectivo que convoque a todos los actores comunales.
En los barrios antiguos se mantiene esa idea de la buena vecindad, de la vecina o el vecino que cuida el entorno, que barre la vereda. Aún tiene vida de barrio. Nos saludamos entre los vecinos y cada fin de semana puedo jugar fútbol en Pelvín, eso es lo que más me gusta de Peñaflor. El hecho de que aún no tengamos un mall hace que la plaza siga siendo el punto de encuentro social, especialmente para los mayores.
¿Qué es lo que rescata de Peñaflor? Hay una gran cantidad de artistas, creadores y soñadores. ¿Qué cree ud. que se ha perdido en Peñaflor? Mucho de lo que era décadas atrás, el pueblo tranquilo. Nuevos habitantes son nuevas costumbres y nuevas formas de vivir, con las cosas malas y las cosas buenas. El entorno paisajístico de Peñaflor está deteriorándose. Con pena veo como parte de la cadena de cerros de Pelvín ha perdido su vegetación y se encamina a un espacio desértico. También el Peñaflor urbano se está tornando muy sucio, hay basura por todos lados. ¿Existe algo que eventualmente podría hacerlo considerar la posibilidad de irse de acá? Voy a confesar algo que hasta el día de hoy no había dicho. Dejando de lado la modestia, creo que fui un pionero en el rescate de la cultura de Peñaflor y en la publicación de obras que hablaran de su historia y sus elementos identitarios. De hecho, a partir de mi publicación del libro “El Valle de las 7 Puertas”, en 1991, al ver que era posible concretar el sueño de escribir un libro, muchos siguieron mis pasos y comenzaron a publicar. A partir de allí, a comienzos de los ‘90 se produjo una corriente literaria y creadora que ha sido la más importante en la historia de Peñaflor. César Raguil, Edgardo Retamales, Vitalia Espinoza, Ernesto Langer, Jorge Flores, Oriana Carvajal, Luisa Somoza, Laura Rosa Tapia, Juan Zúñiga, fueron algunos exponentes, unos más modestos que otros, unos más intelectuales que otros, pero que convergían hacia un propósito común, crear por Peñaflor. Mis libros han sido una herramienta útil para niños, profesores y profesoras de nuestras escuelas. Hay un sin número de apoderados y apoderadas que me piden que le oriente en las tareas. Hay muchos vecinos y vecinas que me saludan y me recuerdan mis textos de leyendas e historias, mis microespacios radiales. No hay peñaflorino o malloquino que no haya oído hablar del “Valle de las 7 puertas” o de “Peñaflor en 10 leyendas”, está en el consciente colectivo. Desde otros puntos del planeta, como Australia, gente que emigró hace muchos años, pero que ama su terruño, ha solicitado mis libros. Pero pese a todo ello, no ha existido un reconocimiento oficial en mi comuna y siento que existe un enorme chaqueteo. Es curioso que por hacer cosas en bien de la comuna, exista ese tipo de actitudes entre algunos. Eso me apena. Quizás, si hubiese tenido un apellido aristocrático estaría lleno de reconocimientos. Como en todos los lugares, hay un tipo de persona muy dañina. La que no hace nada y critica, la mediocre. Esas serían razones para marcharme, pero, por lo menos en los próximos diez años no puedo irme de Peñaflor. Tengo un proyecto de vida de emigrar a otro punto del país o al extranjero, pero antes debo esperar que mis hijos vayan a la universidad, se titulen y se independicen. ¿Cómo es el Peñaflor que usted sueña? Hay una distancia insuperable entre el Peñaflor que se sueña y el que es. Es utópico que llegue a concretarse el Peñaflor soñado. Por eso, lo que pediría es que se respete los árboles que plantó a comienzos del siglo XX el alcalde Salvador Silva, que se erradiquen los microbasurales, que los niños y jóvenes tengan oportunidades y espacios, que haya muchas canchas de fútbol y baby fútbol, más actividad cultural, que por cada casa surja un árbol, que se recuperen los espacios recreativos, que la gente no abandone los perros y que los canes que tengan dueño no vaguen por las calles, que los jóvenes no caigan en pozo profundo de la droga y el alcohol, que los mercaderes de las desgracias de la juventud se vayan a la punta del cerro, que la calle principal de Peñaflor lleve otro nombre y no el de un alcalde que no fue elegido por la gente, que tengamos autoridades que piensen, que tengan una mirada de largo plazo, que planifiquen y orienten estratégicamente el desarrollo de Peñaflor. Es un prolongado sueño, pero su realización no depende sólo de una persona, son miles las voluntades las que deben sumarse. Mi sueño es dignidad para la gente. ¿De qué vive un escritor, recopilador, realizador, como usted?, me imagino que no se puede vivir de ello, ¿o sí? No, evidentemente no se puede vivir de esto. Yo vivo de mi profesión de periodista. Estoy a cargo de las comunicaciones de una fundación en la Región Metropolitana y trabajo a honorarios para Radio Cooperativa desde hace casi 20 años. Actualmente laboro en Deportes y hasta hace tres años fui corresponsal de Prensa. También, de vez en cuando, realizo algunas asesorías.
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